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Feb
04

OBJETO TRANSICIONAL

En psicología un objeto transicional es un objeto material en el cual el niño/a  deposita cierto apego, es por ejemplo un muñeco de peluche o un trapo que tiene funciones psicológicas importantes, sobre todo al ir a dormir, cuando se está solo, en otros momentos de inquietud. Surge como un objeto que suple ciertas funciones de la madre cuando esta se encuentra ausente. Constituye una fuente de placer y de seguridad para el niño/a que suele apretarlo, tenerlo cerca y hablarle. Permite constituir un área intermedia entre él mismo y otra persona o entre él mismo y la realidad. El objeto transicional es a la vez objetivo y subjetivo, objetivo porque se constituye sobre un objeto real, subjetivo porque se le dan y atribuyen funciones en el campo de la imaginación. Esta noción fue introducida por el psicoanalista Winnicott.

Este objeto es la primera posesión “no-yo” del niño, un objeto material que celebra el vínculo con el mundo exterior, que anima a vincularse con el mundo aceptarlo y reconocerlo como real. Este objeto (una manta, un peluche, una pieza de tela, de lana o el canto de arrullo) se utiliza y finalmente, cuando el niño lo cree conveniente le abandona. Éste es un objeto externo que le es realmente suyo, el primer símbolo que crea para auxiliarse a entender que mamá es “otro” aparte de él. En el curso del desarrollo normal, una vez que el niño logra separarse y diferenciarse de la madre, el objeto es abandonado, mandado al olvido y el niño será capaz de desprenderse de él.

Es necesario recalcar la importancia de este objeto, incluso los padres de manera intuitiva parecen comprender lo importante que es, lo respetan y no hacen preguntas sobre su “origen” o función, entienden que no hay que lavarlo aunque esté sucio y huela mal, saben que será el acompañante de los viajes y salidas familiares, puesto que el niño lo lleva a todos lados como si fuera una parte de él mismo, necesario para ampararlo en distintos momentos. Este objeto es sólo suyo y no puede ser modificado, lavado o “mejorarlo”, es este objeto blanco de mimos y caricias, pero también de hostilidad que el niño ejerce sobre él. Es estrictamente necesario que este objeto “aguante” las descargas afectivas del niño, las experiencias de amor y odio que acompañan todo vínculo posterior.

 

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